
Nos estamos quedando sin atún
Hoy no hablaré de las vacas locas, tema bastante difundido y sabido, aunque me reservo la carne para otro artículo (Ver ‘La Mala Fama de la Carne’). Me centraré en el pescado, un alimento muy común pero que sabemos muy poco acerca de sus procedimientos hasta que llega a nuestro plato. Ya es hora de saber la ‘tomadura de pelo pescatera’. Es mucha información, la cual he resumido y he intentado que sea un artículo informativo pero ameno para vosotros.
Actualmente, la productividad de los océanos no da más de sí, y es la acuicultura la que está tomando el mando.
Los criaderos son casi nuestra fuente exclusiva de pescado de agua dulce, salmón atlántico y mejillones. Hoy por hoy es muy difícil encontrar o elegir pescado y marisco de manera responsable y sostenible. Ahora se crían en todo el mundo unas 70 especies.
La acuicultura consigue controlar la calidad, el tamaño y el sabor para que los pescados crezcan deprisa, uniformes e ‘ideales’ para comer, dejando al margen las leyes de la Naturaleza. Ésto que a primera vista puede parecer muy ventajoso para el consumidor tiene sus grandes desventajas ya que estos ‘corrales costeros’ contaminan las aguas de los alrededores con desperdicios, antibióticos y piensos transgénicos no consumidos, permitiendo que peces genéticamente modificados se escapen y diluyan la diversidad de poblaciones salvajes que están en peligro. Se les alimenta con piensos a base de pescado, carne y soja (¿peces comiendo carne, peces comiendo soja?) y en algunos, les dan pescado salvaje en vez de protegerlo; algunas toxinas ambientales (PCB, bifeniles policlorados) se concentran en el pienso y se depositan luego en la carne del pescado. En estos criaderos, los pescados tienen un flujo de agua limitado, no hacen ejercicio por el poco espacio y su alimentación es muy pobre produciendo así pescados sin textura, insípidos y blandos, un trato y un método similares a los que reciben nuestros animales terrestres. Leer más de esta entrada
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